UNIDOS POR EL GENIO DEL DESIERTO
En febrero de 2016, entramos en la Bahía de Bequia para pasar un par de días, tras fondear comimos y nos echamos una siesta... por supuesto. Estando yo en ese momento que hasta se te cae la baba de lo a gusto que estás, me despierta un toc toc en el casco del Djinn, acompañado de una voz con un profundo acento francés que decía, ¡Djinn, Djinn!. Salgo a la cubierta aun medio dormido, limpiándome la babilla que me colgaba por la banda de estribor y maldiciendo a todos los caribeños que se dedican a vender fruta o pescado a los barcos... y me encuentro a Christophe con su cara de buen tío, supersonriente y un tanto excitado por el momento que aquello suponía y me dice con su profundo acento francés: holaaa, soy Cristobal Aguilera y yo construí este barco junto a mi padre.
Fue una de esas cosas asombrosas del destino, ya que, él y su esposa, Natalie, estaban pasando unos días con su barco por esta isla y se marchaban esa misma noche. Fue verdaderamente emocionante coincidir con la persona que había construido mi barco. Hacía veinte años que lo había vendido y no sabía nada de él.
Yo sabía quien era él, pues estuve buscando a su padre un tiempo, hasta que desistí sin conseguir ni una sola pista, sobre todo porque sólo tenía su apellido, Aguilera y encima, pensaba que era alemán.
Jacques Aguilera
Pues bien,a principios de los años setenta, Christophe, su padre el arquitecto naval Jacques Aguilera, la señora Aguilera y Natalie, se instalaron en Abidjan, la capital de Costa de Marfil. Allí, con la ayuda de unos amigos, construyeron un astillero donde pondrían en marcha una de las muchas etapas de su vida.
Construyendo el astillero
Aquí, mientras construían pequeños barcos de pesca para ganarse la vida, le iban dando forma al barco que mas tarde sería su hogar y con el que navegarían miles de millas; El Djinn.
Fue construido en su totalidad en madera de iroko, lo que lo hace un barco fuerte y resistente al paso de los años.
Christophe al comienzo de la construcción del armazón de El Djinn
Sobre un armazón sobrerreforzado y sólido, montaron un forro triple con un grosor de 4´5 cm y sellado con epoxi, dejándolo totalmente estanco. A día de hoy no hemos tenido que cambiarle ni una sola tabla del casco.
El forro de El Djinn acabado
Su construcción les llevó ocho años, alternados con otros encargos que les iban haciendo. Lo botaron en 1981 y le dieron el nombre de El Djinn para vincularlo de por vida al lugar donde se creo, siendo de Costa de Marfil también, la madera de iroko con la que había sido hecho.
En esta parte de África, los Djinn son seres mitológicos y su nombre significa Genio del desierto.
Detalle de la quilla semicorrida de El Djinn
El casco de El Djinn acabado
Christophe Aguilera
Natalie
Este genaquer (vela de colores), tras varias reparaciones, se rompió definitivamente llegando a Cabo Verde en 2015.
Primera prueba de mar de El Djinn
El Djinn con su color actual a mediados de los ochenta
Hoy en día, este Genio del desierto sigue navegando libre y feliz por cada milla recorrida en la mar, por cada singladura, por cada amanecer...
El Djinn en la actualidad